Nos dijeron que lo habían resuelto. El problema surge de un mal manejo del Bordo Poniente por parte del GDF, y de un capricho del Gobierno Federal (la SEMARNAT) que exigió hace años cerrar este enorme relleno sanitario. Las casi 11 mil toneladas diarias de basura de la ciudad de México se han barrido ahora debajo de la alfombra. Durante años el GDF no enmendó sus errores y tampoco supo argumentar; capituló por vergüenza propia ante reclamos infundados y berrinches de funcionarios federales. Cerraron el Bordo Poniente. Hoy, 2 mil toneladas de basura se transportan y vierten en el predio El Milagro de Ixtapaluca, una antigua mina abandonada. Otras 2 mil van a un vertedero en Cuautitlán Izcalli. Dos mil más se llevan a un sitio en Xonacatlán en el valle de Toluca. Adicionalmente, 400 toneladas se compactan y empacan (en fardos rotos) para entregarse a una planta de cemento en Huichapan, Hidalgo, como combustible alterno; dada la baja capacidad de combustión de la basura por excesiva humedad, el GDF acaba pagando a la empresa CEMEX por recibirlas. Y, poco más de 4 mil toneladas dizque se transforman en composta en una planta improvisada en el propio Bordo Poniente; el proceso es defectuoso, y el material orgánico resultante se tiende sobre el relleno sanitario, ya que nadie lo quiere como fertilizante (además, sería carísimo transportarlo a zonas agrícolas lejanas). En vez de CO2 y agua, que debieran ser los productos de una composta ideal, emanan pestilentes ácidos grasos volátiles. Su fetidez satura la atmósfera del oriente de la ciudad de México, y provoca arcadas en los visitantes extranjeros que llegan al aeropuerto Benito Juárez. Ya es el registro olfativo clásico de nuestra ciudad.
Ninguno de los sitios donde se tira la basura del DF cumple con la normatividad oficial (NOM-083); el gobierno federal prefiere voltear hacia otro lado. El impacto ambiental sin duda es mayor ahora que antes. Los propietarios de los vertederos cobran en promedio al GDF 200 pesos por tonelada recibida, en un negocio redondo: 438 millones de pesos al año. A esto deben sumarse otros 200 pesos de transporte por tonelada hasta los sitios señalados y localizados en el estado de México, lo que resulta en un costo total por tonelada para el GDF de 400 pesos. En el Bordo Poniente, no costaba casi nada. Desde luego, esta “solución” no es eficiente ni sostenible.

No hay sitios en el DF para construir rellenos sanitarios, por razones técnicas, urbanas, ambientales y políticas. El Bordo Poniente es una gran oportunidad perdida por capricho. Debe re-abrirse; puede operar durante muchos años más sin riesgo ambiental apreciable, siempre y cuando se lleven a cabo las obras de ingeniería necesarias, como drenes perimetrales y tratamiento de lixiviados, además de cobertura en módulos pequeños evitando que se infiltre el agua de lluvia y donde pueda ser aprovechado el metano en forma expedita. El GDF ahorraría mucho dinero de los contribuyentes.
Sólo por leer ácidos grasos volátiles no significa que se sepa de lo que se habla y si tiene análisis químicos realizados por laboratorios acreditados en la materia lo invito a que los divulgue de lo contrario lo conmino a revisar minuciosamente los términos que emplea y a ser mas cuidadoso al publicarlos y en todo caso tener el sustento para afirmar lo que se escribe.
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