martes, 4 de febrero de 2014

Transición energética y el inevitable calentamiento global

Evitar las peores consecuencias del calentamiento global requeriría que las emisiones totales mundiales alcanzaran su pico máximo hacia el 2020 y se redujeran a la mitad en el 2050. Pero en las condiciones actuales, no hay esperanzas de una transición energética suficientemente rápida hacia las energías renovables que lo logre.
La transición energética indispensable tardará un tiempo muy largo, de acuerdo a la evidencia sobre transiciones energéticas anteriores en la historia de la humanidad[1].  El mundo sustituyó en un 50% la madera con carbón a lo largo del siglo XIX  después de un período de 60 años. Durante el siglo XX, el petróleo alcanzó a sustituir al carbón en un 40% en un período equivalente; mientras que el gas natural llegó apenas al 25% de penetración sustituyendo al carbón y al petróleo, en un lapso similar. Las energías renovables modernas (solar, eólica, geotermia) están actualmente en pleno despegue, aunque registran todavía una penetración incipiente de 5% en la demanda global. En esta lógica, transcurrirían cinco o seis décadas para que consigan una participación mayoritaria en el suministro total de energía primaria en el mundo. Será demasiado tarde. 
Las energías renovables son intermitentes, y requieren de soporte para complementarlas en generación de base (permanente) y en generación firme o flexible y disponible a lo largo de la curva de demanda diaria. Es decir, fuentes despachables (de operación y entrada inmediata a la red). Alemania, paradójicamente, que genera una proporción muy significativa de su electricidad con fuentes renovables, produce cada vez más, y necesita importar de otros países, electricidad producida con carbón.  Una solución a este problema es desarrollar redes eléctricas y sistemas de generación distribuida a lo largo y ancho de grandes extensiones geográficas, para permitir que al menos un conjunto  de fuentes renovables sustituyan a otras fuera de operación por falta de viento o de sol. Se trata de integrar redes más allá de las fronteras; o bien contar con plantas de base de cero emisiones (nucleares) y/o un sólido parque de fuentes firmes, flexibles y despachables (hidroeléctricas con grandes embalses o plantas de gas de ciclo combinado).
Pero transformar un sistema eléctrico de esta forma es muy costoso y exige tiempos muy largos. Los gobiernos no van a abandonar infraestructura de generación eléctrica que ha costado en todo el mundo, según se estima, al menos 20 billones de dólares (billones en español, 1012). Sólo China ha invertido en los últimos 10 años, 500 mil millones de dólares en  más de 300 Gigawatts de capacidad de generación eléctrica con carbón; mayor a toda la capacidad con fuentes fósiles que poseen conjuntamente Alemania, Francia, It

alia, el Reino Unido y España. El gobierno chino espera que tales plantas operen al menos durante 30 años. No las va a descartar y a hacer chatarra. Y eso ocurre, obviamente en una dimensión menor, en muchos otros países.
Un severo impuesto global a los combustibles fósiles (carbon tax) para abatir la demanda, ganar eficiencia  y promover energías renovables y de cero emisiones de CO2 no sólo en la generación de electricidad, sino en el transporte y en la industria, sería la vía para acelerar una transición energética capaz de minimizar riesgos climáticos catastróficos. Pero muy pocos estarían dispuestos a promoverlo y a aceptarlo.  Los gobiernos no impondrán lo que la población no quiere. Tampoco se atisban liderazgos, ni condiciones geo-políticas para un acuerdo multilateral en este sentido. Al igual que ante el inminente estallido de la Primera Guerra Mundial, cuyo centenario se conmemora esta año, y que nadie pudo evitar, sigamos impulsando la transición energética, pero preparémonos para un calentamiento global inevitable. 

2 comentarios:

  1. Vaya, quien lo diría, ya se están acercando los cornucopianos al pensamiento de Denis Meadows:

    http://www.asociacion-touda.org/2013/04/30/dennis-meadows-no-hay-nada-que-podamos-hacer/

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  2. Hace unos años se produjo una crisis en Europa debido a la alta demanda de paneles foto-voltaicos, el silicio (elemento principal en la fabricación de paneles) es escaso, no existían depósitos especiales para los residuos, además de su alto consumo de agua para obtener el silicio, si en este momento quisiéramos plagar de panel foto-voltaico en el mundo, éste colapsaría. Los campos eólicos trasgreden el ecosistema, forman una frontera en las corrientes de aire que impiden el intercambio de bio-diversidad (insectos, aves y semillas utilizan estas corrientes), los mega proyectos de energía alterna tienen oculto los daños al medio ambiente. La contaminación ambiental es un negocio para los gobiernos, la verificación vehicular es sinónimo de corrupción, todos los que conozco "brincan su carro", existe tecnología para evitar las emisiones a la atmósfera (ionizadores magnéticos -tengo uno en mi vehículo- ahorradores de gasolina ...) las partículas suspendidas pueden ser capturadas con tecnología probada durante décadas (extractores de precipitación, electrostáticos, de carbón activado etc.), la electricidad en el transporte no contamina de forma local, sin embargo la generación de energía eléctrica en una termoeléctrica quema combustible fósil y genera emisiones de GEI, en una hidroeléctrica viola derechos humanos de comunidades, transforma el ecosistema y privatiza el recurso agua.
    Vi un programa de TV a Quadri, decía:"yo demolería el segundo piso, no sirve", mmmm ...porque no implementar un transporte masivo de calidad, construir estaciones y si es de combustible fósil, instalar colectores de partículas; los bio-combustibles amenazan la seguridad alimentaria.
    La ignorancia es el peor enemigo del cambio climático.

    ATTE. Julio C. Muñoz, Ingeniero Ambiental, asesor en ahorro de energía.

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