
La urbanización en los países desarrollados es muy alta y su población rural es en promedio menor a 5%, lo que libera tierras de cultivo y pastoreo y reduce las presiones territoriales sobre los ecosistemas. De ahí que exista una alta correlación entre PIB per cápita y aumento neto en la superficie forestada de los países (The Economist, Septiembre 14-20, 2013). La urbanización hace crecer la productividad por economías de aglomeración, mayor acumulación de capital humano, disponibilidad de capital físico y eficiencia en la provisión de servicios públicos. El incremento generalizado en la productividad de las personas que sólo es posible en las ciudades, eleva los ingresos y abate la pobreza. Por ello existe una altísima correlación entre nivel de urbanización y nivel de ingreso per cápita en el mundo (Harvard Initiative for Global Wealth, 2008). Mientras tanto, se multiplica la producción de alimentos en una menor superficie, lo que limita la apropiación humana de la Productividad Neta Primaria del territorio, dejando espacio para ecosistemas naturales y otras especies. Esto se debe al escalamiento en los volúmenes de cosecha por hectárea gracias a la biotecnología. Estados Unidos, entre 1940 y 2010, expandió cuatro veces la producción de maíz en la misma superficie cultivada.

En México promovemos el arraigo rural, la pobreza y la deforestación a través de los subsidios de PROCAMPO y PROGAN. También incentivamos el aumento en la fecundidad (número de hijos por mujer) a través del programa Oportunidades. Bajo la influencia de estos programas de subsidio, el necesario descenso relativo en la población rural de México se ha prácticamente detenido. El porcentaje de población rural cayó de 70% en 1920, a 29% en 1980; pero sólo a 24% en 2010. Todavía nuestro país carga casi 27 millones de personas en el campo, que siendo el 24% de la población total generan menos del 5% del PIB nacional. Esa es la matriz estructural de la pobreza y de la desigualdad, al igual que de la deforestación.
Es preciso superar catecismos de corrección política y convertir al PROCAMPO y al PROGAN en instrumentos de combate a la pobreza y a la deforestación, eliminando la condicionante de "explotación" de la tierra y dando libertad a los beneficiarios para emigrar a las ciudades. Con la misma premisa, modificar Oportunidades para que sea un incentivo al trabajo, a la educación, y a la emigración; y no, al aumento en la fecundidad, restableciendo políticas de salud reproductiva. En paralelo debe construirse una política sensata de asimilación migratoria en las ciudades, a la par que se lleve a cabo la ampliación y fortalecimiento sustancial de las Áreas Naturales Protegidas.