Hay un contraste gris y silencioso en el espectacular arranque
del Gobierno Federal: la ausencia, hasta ahora, de una visión de
sustentabilidad ambiental a largo plazo para México. El tema ha quedado
fuera de su foco de atención. En el siglo XXI, la competitividad de un país, su
dinámica de desarrollo a largo plazo, su prestigio y liderazgo
internacional, e incluso, escenarios de seguridad nacional, están íntimamente
articulados a políticas de sustentabilidad como tejido conector de un
proyecto nacional coherente y viable. Son políticas que por naturaleza exigen
mecanismos eficaces de coordinación entre instancias del gobierno federal, y
entre éstas y los gobiernos estatales y municipales. En México, exigen pues,
un Gabinete de Sustentabilidad. Se ha olvidado.
En esta semana la Presidencia de la República anunció los ejes
de gobierno que darán forma a la administración federal, definidos en gabinetes
especializados: seguridad, política social, educación, economía, y política
exterior (planteados oficialmente con nombres más evocadores). Serán presididos
por los secretarios de Gobernación, Desarrollo Social, Educación, Hacienda, y
Relaciones Exteriores. Nada de sustentabilidad, desafío inherentemente
transversal y multidisciplinario, vital para el futuro de un país
atribulado y con altísima responsabilidad global en materia ambiental. En
México, al parecer, la agenda de sustentabilidad se cotiza muy a la baja. Nota
negativa, diría alguna calificadora.
Sin un sistema de coordinación a escala de gabinete especializado,
cómo ensamblar una política de ciudades (para un país que es y será
eminentemente urbano), de funcionalidad y estructura urbana, de vivienda,
transporte y servicios públicos. Será imposible contener y revertir la
deforestación del territorio nacional, y la destrucción de la biodiversidad
terrestre y marina, explicables en lo fundamental por políticas agropecuarias y
pesqueras ambientalmente perversas de subsidio y fomento, al igual que por
instrumentos mal diseñados de combate a la pobreza. En este vacío,
es también inútil pensar el ordenamiento territorial y el manejo
sostenible de mares y costas, en lo que deben concurrir numerosas secretarías y
todos los órdenes de gobierno. El desarrollo ambientalmente sostenible de la
minería como nueva actividad motriz de nuestra economía (al igual que en
el Perú, y en Chile) quedará en entredicho y sujeta a incertidumbre
generalizada y conflictos paralizantes.
Será muy riesgoso emprender proyectos ambiciosos de
infraestructura (como el nuevo aeropuerto en Texcoco) donde las variables
ambientales son de carácter crítico. La política industrial carecerá de una
dimensión verde esencial para su competitividad y cadenas de
valor sostenibles. La escasez de agua se agudizará por sequías y
contaminación e inutilización consecuente de recursos hídricos, mientras
ecosistemas acuáticos y cuencas completas se sumen en un total desastre
ambiental, como Lerma, Zahuapan, Atoyac, Apatlaco y muchas más; sin
un enfoque intersectorial de política es fantasioso confrontar exitosamente
estos problemas. Cómo hacer prevalecer los intereses ambientales de México en
foros multilaterales (cambio climático, mares, biodiversidad) y comerciales, y
en las relaciones bilaterales con Estados Unidos, Guatemala y Belice en materia
de recursos naturales, sin un mecanismo de coordinación gubernamental. La
política energética, la política fiscal, y de precios de los energéticos,
parámetros canónicos para un desarrollo sostenible, carecerán de imperiosos
contenidos ambientales.
Algo similar se anticipa en sectores clave como el turismo y la
educación. ¿Cómo piensa el gobierno enfrentar estos desafíos? O, es que no lo
ha pensado.
Es preciso que la omisión se corrija. Que se de a SEMARNAT el
liderazgo necesario y la oportunidad de salir de su silencio y aislamiento.
Para ello, un Gabinete de Sustentabilidad es indispensable. En
verdad, México realmente lo necesita.
De acuerdo con su REFLEXIÓN hoy en EL ECONOMISTA:
ResponderEliminarPLAN de DESARROLLO NACIONAL: Acto frustrado de organizar un proceso (supuestamente ) participativo nacional de última hora con foros regionales y “en línea”, para “establecer los objetivos nacionales y las estrategias y las prioridades para la presente administración”, que supuestamente servirá como base para un Plan de Desarrollo Nacional. En realidad ya está definido: El “Pacto por México” firmado entre el titular del ejecutivo y los dirigentes de los tres grandes partidos, es un pacto sin los mexicanos. No cuenta ni con la opinión ni con la propuesta de la sociedad civil. Es un pacto para profundizar las políticas neoliberales y autoritarias y no para mejorar las condiciones de vida y trabajo del pueblo de México.
La Política Nacional Turística de México: Otro PLAN más. En la semana pasada el Presidente de la República anunció que la Secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, encabezará los Foros de Consulta Del Plan Nacional de Desarrollo en Yucatán, Quintana Roo Y Campeche. De acuerdo al Sr. Presidente, ella es la persona “idónea” para facilitar estos procesos participativos.
Algo muy dudoso. La Secretaria se ha autocalificada como “política”: Antítesis natural a una persona capaz de facilitar procesos verdaderamente participativos. La incapacidad de entender la naturaleza sistémica del reto que representa el desarrollo turístico para México quedó documentada con la ausencia completa de la participación de la Sociedad Civil como actor co-adyuvante para un desarrollo turístico sustentable de acuerdo a la Política Nacional Turística de México:
http://rivieranayaritone.blogspot.mx/2013/04/la-abundancia-de-planes-en-mexico.html
http://eleconomista.com.mx/columnas/columna-especial-empresas/2013/04/18/que-sirve-planeacion-mexico
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