viernes, 22 de febrero de 2013

Restablecer Estado de Derecho, prioridad

El Estado de Derecho en México parece difuminado. La piel ya reacciona con escalofrío al sentir  la acidez  de una bruma hobbesiana que nos envuelve. El optimismo económico batiente no alcanza a disiparla. Nos persigue... Pero, si  no es posible, tenemos instituciones sólidas, somos la treceava economía del mundo,  compartimos TLCAN y frontera con los Estados Unidos,  el futuro económico es luminoso, y el estado fallido es sólo una malintencionada patraña. Sin embargo, el Estado abdica en Guerrero, Oaxaca, y Michoacán de su razón existencial: la seguridad y el monopolio de la fuerza legítima. Renace la impunidad violenta de porros en escuelas públicas; se les tolera y premia. Diputados locales en  el DF tuercen la ley para dejar en libertad a vándalos que lapidan el centro de la Ciudad de México.
El crimen organizado embiste  en Guerrero y Morelos, y despliega cabezas de playa sobre la zona metropolitana de la Ciudad de México. Emerge invicto  en la Laguna,  Tamaulipas y Nuevo León, desde donde lanza  un desafío siniestro. El mando único policial en los estados es una promesa bienvenida pero aún incierta.  En Oaxaca, la anarquía y la extorsión expulsan a la inversión privada en energías renovables. Cobran millones y destrozan a su última presa; un proyecto eólico de casi 400 MW, que sería el más grande de América Latina, contribuiría a reducir nuestra dependencia hacia los combustibles fósiles, y abatiría emisiones de gases de efecto invernadero.
Maestros radicales, curtidos en la violencia, y organizados en la CNTE y la Sección 22 en Oaxaca paralizan las escuelas, impiden la modernización de normales, resisten con éxito la reforma educativa, y amenazan son sitiar al estado. Tienen como rehén al gobierno local, y retan con soberbia al gobierno federal. Se consolidan feudos de radicalismo delirante y violento en las escuelas normales de Michoacán y Guerrero. Ahí avanza la descomposición de la educación pública; los padres que pueden envían a sus hijos a escuelas privadas. Esa es la verdadera privatización. Los llamados zapatistas reaparecen y retienen varios municipios chiapanecos al margen de las instituciones y la legalidad.
La reforma judicial no nos alcanza; más de la mitad de los delitos siguen sin denunciarse, el 90% no se persiguen, y sólo el 2% se castigan. Aquí y allá se multiplica la necrosis del estado de derecho: en el espacio público, en los sistemas de transporte urbano, en las playas, en la pesca, en los mares mexicanos, en la explotación forestal, en la disposición final de la basura, y en las descargas de aguas residuales a los ríos.



Todo lo anterior es un conjunto de fenómenos de origen distinto, e inconexos, podrá argumentarse. No obstante, la atmósfera  de impunidad para unos o para otros es la matriz que nutre y reproduce a todos. El estado de naturaleza de Hobbes se asoma al horizonte. Hay que cerrarle la puerta en las narices. Lo que se alcanza a ver después del dintel es aterrador. Que nadie se confunda. Son urgentes las reformas estructurales, y es indispensable recurrir a las artes más diestras de conducción y negociación política, pero  el proyecto nacional más importante es la recomposición de la legalidad, el restablecimiento del estado de derecho, y la lucha contra todo tipo de impunidad y  violencia.

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