viernes, 3 de agosto de 2012

Educación: la Reforma Madre


El sistema educativo mexicano tiene que cambiar.  Ya no es funcional en el siglo XXI. Sirvió durante buena parte del siglo XX como creador de una nación en busca de identidad y  cohesión, desde la cruzada de José Vasconcelos. El maestro, ubicuo en todos los rincones del país, con frecuencia improvisado, pero también con vocación de servicio, fue el representante de un Estado nacional en formación. La educación popular y la cobertura total en niveles básicos fueron los objetivos, y la universidad pública (paradigmáticamente, la UNAM), el mecanismo de capilaridad social ascendente y de preparación de las élites que el país demandaba para su conducción y desarrollo. En una lógica corporativa centralizada, establecida desde los años treinta del siglo pasado, los maestros y su organización gremial se confundieron con el Estado y con el partido hegemónico. Algunos alimentaron movimientos sociales de oposición radical o de plano  la subversión (Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, Partido de los Pobres, PROCUP, EPR), y sus herederos han militado en la disidencia de extrema izquierda (CNTE). En los años 90´s del siglo XX se federalizó la educación de manera desordenada y confusa, y en la alternancia, el poderoso sindicato nacional del magisterio se ha mantenido con notable autonomía y espíritu de cuerpo, aunque ahora con pluralidad partidaria (maestros que militan en el PRI, PRD, PAN y NA),  y en un ambiente de fuertes cuestionamientos a su dirigencia desde la opinión pública.

En estos momentos, la reforma del sistema educativo es el mayor desafío que debe enfrentar México, si pretende ser  un país desarrollado, y bajo el imperio de la legalidad. Una educación pública de calidad en todos los niveles es la única llave para crear ciudadanos productivos, respetuosos de la ley, y con sólidos valores de libertad y responsabilidad individual. Es la única forma de acumular el capital humano necesario para elevar la productividad de las personas, mejorar sus oportunidades de empleo, capacidades emprendedoras, e ingresos, y así combatir eficazmente la pobreza. La educación pública debe ser la gran tabla rasa de igualación social, y el espacio para internalizar y difundir en la población el uso de las nuevas tecnologías de la información que son indispensables para transitar exitosamente por el siglo XXI. La escuela debe ser núcleo generador de sociedad civil, de nuevas redes de cooperación entre padres de familia, comunidades y vecinos, también de re-encuentro e integración de las familias. El sistema educativo debe vincularse estrechamente con el aparato productivo del país, para generar un círculo virtuoso de crecimiento, empleo, desarrollo tecnológico, más y mejores empresas y empresarios, y  mayores ingresos para la población.

Lograrlo requiere de claridad en cuanto a objetivos, instrumentos y programas, y la más sólida voluntad y firmeza  en el gobierno, así como una conducción política comprometida, sensible y con determinación,  capaz de orquestar los cambios necesarios en materia curricular y pedagógica, en la formación de maestros y carrera magisterial, en la evaluación  de todo el sistema, en las relaciones laborales y esquemas de remuneración, en gestión de plazas y presupuestos,  en infraestructura y equipamiento, y en la distribución de tareas entre la federación y los estados. Significa re-construir el sistema educativo como una gran meritocracia, transparente y eficaz. Por supuesto, se trata de una actuación de gobierno de un alto grado de dificultad política, que debe ser sostenida a mediano y largo plazo, y ser transversal a la administración pública: gobernación, educación, hacienda, trabajo, seguridad pública. Será imposible llevar a cabo la reforma, si se concibe  como una tarea exclusiva de la Secretaría de Educación Pública y de su titular. Se requiere crear un Gabinete de Educación, y hacer recaer la responsabilidad de la reforma en el nuevo Secretario de Gobernación, cuya estatura política, prestigio y experiencia deben ser sobresalientes.

El  universo de la reforma son 1.14 millones de maestros; 36 millones de alumnos; más de 170 mil planteles escolares en todos los niveles; un sistema de escuelas normales burocratizadas y decadentes, y  con una formación profesional plagada de deficiencias; una carrera magisterial sin el necesario prestigio social; un gran sindicato corporativo nacional, pero con disidencia radical e incluso violenta; hondos abismos en calidad educativa entre los estados más rezagados (Oaxaca, Guerrero y Chiapas, donde se arraiga la disidencia gremial) y otros relativamente avanzados (Nuevo León, Chihuahua, Aguascalientes, Baja California, Distrito Federal), lo que perpetúa la desigualdad y ensancha las fracturas regionales en el país; cobertura casi total en niveles básicos, pero un amplio déficit de  en niveles de educación técnica, media superior y superior; y, una educación pública desvinculada del aparato productivo y la empresa privada.



Debe asumirse plenamente que la calidad de la educación, y la reforma urgente son  responsabilidades esenciales de gobierno, de nadie más. No son de gremios, ni de líderes sindicales, aunque vitalmente, se requiere el concurso de un sindicato magisterial fuerte como aliado e interlocutor legítimo. Es delirante pensar que una profunda reforma educativa  puede emprenderse sin los maestros, o peor, en contra de ellos y de sus dirigentes. Un elemento clave de la reforma educativa es asegurar la transparencia y  legitimidad democrática de la dirigencia gremial, y  convocar y comprometer a los maestros como aliados, desde un gobierno con liderazgo, firmeza y sensibilidad; sin ellos  es imposible.

5 comentarios:

  1. Disculpame pero esto que dices no tiene principio ni fin, esto es mas de lo mismo, el único que puede y debe provocar los cambios es el gobierno y sindicato y maestros deben de prepararse de acuerdo al plan que indique el gobierno, pero lo que debe de hacerse es un cambio radical, el profesor solo debe de ser un facilitador no un guía como le llaman, el estudiante debe seguir su propio instinto y no ser un seguidor de lo que el maestro o el sistema decida u ordene.

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  2. Sr. Cuadri lo que comenta es verdad pero existe una verdad más inaplazable y la cual después de lograrse podrá dar paso a la reforma y, a todo lo demás, esto es la destitución de su bien amada jefa del sindicato EEG, quien es y ha sido una pesada carga para la educación en México.vallamos por prioridades y seamos congruentes, mientras esta persona esté como jefa del sindicato, no avanzaremos aún que tengamos la mejor reforma educativa.

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  3. Ing,Quadri,coincido plenamente, en que la reforma educativa no puede ser por ningún motivo, construida de una manera egoísta y desde una sola perspectiva , Se trata de un Proyecto de Nación, en donde definitivamente no se puede omitir la participación de diversos actores que por su conocimiento y responsabilidad obligan de su propuesta,en ellos podemos señalar a los estudiosos e investigadores, a la autoridad educativa, al Magisterio Nacional y su Dirigencia, y los Padres de Familia,reconocer con humildad de partes lo que estamos haciendo mal, es un buen principio, buscar culpables en nada ayuda, es de enfrentar al futuro con propuesta de investigación y de innovación, Todos cabemos en el México del siglo XXI, Saludos.

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  4. Sr. Cuadri estoy de acuerdo en una reforma radical, tanto el gobierno como los profesores deben poner de su parte, no menos importante son los Padres de familia y los alumnos, la mayoría de niños y jóvenes ya no quieren estudiar van obligados a la escuela sobre todo los de zonas urbanas los que tienen mejores opciones, solo quieren estar en las páginas sociales. Algo muy importante son LOS SINDICATOS DE MAESTROS. Son un parasito un virus para la sociedad CREARON UN MOUSTRO y no saben como controlarlo el gobierno debe tener algún poder para eliminar la cabeza y exigir se reconstituya los sindicatos, si esto no se hace nunca se lograra nada así traigan los mejores planes de estudio!!

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  5. Esto se llama DEMAGOGIA

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