Muy poca atención ha recibido la creación de la nueva Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU). Es una lástima. Su apelativo es una declaración muy ambiciosa de propósitos y alcances, por cierto, vitales para el desarrollo sostenible y la competitividad del país. Ya es tiempo de que empiece a respirar y a moverse en el sentido de honrar su nombre, y de cumplir con las responsabilidades que le confiere la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal: Ordenamiento territorial. Políticas de ciudades, zonas metropolitanas, asentamientos humanos y centros de población. Regularización de la propiedad. Planeación del desarrollo urbano. Políticas, planeación y programas de vivienda. Llevar el Registro Agrario Nacional y resolver asuntos de límites en la propiedad rural. Establecer políticas de conservación de tierras y agua. Asumir la administración de terrenos nacionales. Coordinarse con estados y municipios para fines de planeación territorial, urbana y de vivienda. Satisfacer necesidades de tierra para desarrollo urbano, infraestructura y vivienda. Planear del desarrollo sustentable a escala nacional. Crear reservas territoriales para desarrollo urbano. Definir programas de financiamiento. Promover la modernización de los registros públicos de la propiedad y catastros. Elaborar programas regionales y especiales. Promover la construcción de obras de infraestructura y equipamiento para el desarrollo regional y urbano. Y, ejercitar el derecho de expropiación por causas de utilidad pública...

Prácticamente, no existen políticas metropolitanas funcionales en el valle de México y en otras grandes urbes del país en lo que respecta a usos de suelo, gestión de servicios públicos de agua y de manejo de cuencas, ni en materia de transporte y manejo de residuos. Los municipios se resisten a construir catastros y registros públicos de la propiedad funcionales, y a cobrar impuestos prediales (sólo recaudan el 0.2% del PIB). No existe un banco de tierra o reserva territorial para vivienda y desarrollo urbano. Proyectos estratégicos de infraestructura, en especial de energías renovables (hidráulica, eólica, solar, geotérmica) se enfrentan a serios conflictos, y a una gran incertidumbre contractual con propietarios de la tierra, que los retrasan hasta hacerlos financieramente inviables o los hacen abortar por presiones políticas.

Es urgente que la SEDATU de señales de vida, y que, si va cumplir sus cometidos, al menos vaya haciendo acopio de los recursos humanos, institucionales y técnicos exigibles.
La Sedatu está conformada por tres espacios: ordenamiento territorial; registros públicos y desarrollo urbano y vivienda, y desarrollo agrario. Gracias a estas áreas podrá trabajar coordinadamente con los tres niveles de gobierno para atender los problemas que han surgido durante años. Ya era tiempo que alguien se preocupara por el desarrollo urbano y territorial nacional.
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